No creas que todo han sido desventuras este mes pasado de agosto, ya que he disfrutando como un descosido de unos desayunitos pantagruélicos gracias a un tarrito de mermelada de moras con el que han tenido a bien obsequiarme. Gozoso desayunabame todos los días ante tal gratuito homenaje. Y en estas, me haya yo untando rebanadas, cuando sonó mi celular:
- Ah!!! Egunon Flor Silvestre!!!
-Hola, hola,,, (siempre alegre y cantarina)
-Aquí estaba tomando mi cafecito y pensando en ti. (ni que decir tengo que Flor Silvestre es mi bien preciada surtidora mermeladeril)
-Si no tienes nada que hacer, podrías acompañarme a recoger moras esta tarde!!! (sugirió ella con tono inocente)
-pues , bueno!!!! (respondí sin gran convencimiento pero con la dulce mermelada rebosando de mis labios que impedía un - pues, paso!!! como respuesta).
Llego la hora de la verdad, tan gratificante manjar requería de su pago.
Allí estaba yo, urbanita de pro, desconocedor de la madre naturaleza y de la maldad de las flores (Sabias que las moras salen de las Zarzas??? y que las Zarzas tienen pinchos??? y que pinchan de verdad???) con un tapper en una mano y la otra tratando de robar a estas "inofensivas" plantas del fruto de su flor. Tras media hora de lucha encarnizada logré llenar casi un tercio de tapper, Flor Silvestre uno y medio. La campa ya estaba desflorada y y yo gozoso del termino de esa tortura!!!

-Que pena!!! no hay más... (exclamé, con mi voz más lastimera y teatral)
-venir,, venir,, (REleñes!!! esa voz masculina de donde provenía???) -Tengo yo aquí un prado donde podéis llenar 5 o 6 tappers.
Un amable baserritarra nos acercó a un vallado, que tras abrirlo de los ojos de Flor Silvestre brotaron chibiritas de ilusión. El ser canino de 4 patas que allí habitaba nos recibió con todos los parabienes dignos del gran Cesar Milán y vencida su curiosidad nos hizo la más asombrosa demostración maratoniana en circuito cerrado que haya visto nunca. Orgulloso de sus zarzamoras el buen aldeano hasta nos dejo un "andamio" (léase vetusta y cojeante escalera de tres peldaños).
Si era poco el luchar con contra esas armadas plantas ahora me las tenía que ver contra la sin par ley de la gravedad cual equilibrista del circo Ringlín!!! puesto que, para colmo, las moras más negras, más gordas, más jugosa, más sabrosas... siempre estaban por la parte de arriba.
Triunfales, casi mutilados y agradecidos nos despedimos de nuestro mecenas.
El objetivo logrado, fue duro, pero en mi foro interno (léase tripilla) mereció la pena, ya que la mermelada está que te pasas y quien sabe si así me habré ganado los más ricos desayunos que un aprendiz de Gargantua podría soñar!!!
Flor Silvestre.
Moraleja:
Tal vez podría haberme comprado la mermelada en el Mercadona, pero entonces no habría escrito esta entrada, ni habría pasado una tarde tan maravillosa en compañía de una Flor Silvestre.